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¿Cómo funciona un portafolio de inversiones? Parte 1





Inversionistas de todos los tipos, tamaños, sabores y colores hacen uso de una gran variedad de clases de activos cuando invierten. Y es que la teoría moderna de administración de portafolios recomienda maximizar el retorno esperado con el menor riesgo posible o un nivel de riesgo que cada uno sea capaz de aceptar. En este sentido, un punto clave de esta teoría es la diversificación, o lo que tradicionalmente se conoce como “no poner todos los huevos en la misma canasta”.


La mayoría de las inversiones guardan la relación “a mayor riesgo, mayor retorno” y viceversa, sin embargo, se ha demostrado que los mejores resultados se logran cuando se crea una combinación óptima en función del rendimiento y riesgo. La verdad es que no todos los inversionistas tienen los mismos objetivos financieros, ni la misma tolerancia al riesgo, pero todos esperan ser recompensados por las inversiones que hacen en un momento determinado del tiempo.


Hace varios años, se pensaba que la mejor forma de construir un portafolio diversificado era con la clásica proporción 60/40 (60% invertido en acciones y 40% invertido en bonos), basándose en que esos activos se movían en direcciones contrarias por lo que cuando uno caía, el otro aumentaba. El típico ejemplo son las recesiones en donde las acciones sufren por el menor crecimiento económico y los precios de los bonos se benefician por los recortes en las tasas de interés, lo que amortigua el golpe.


Pero eso ya pasó de moda. Si bien muchos inversionistas empezaron de esa manera, hoy en día se ha podido evidenciar que incorporar otras clases de activos tiene grandes beneficios. Los inversionistas buscan construir portafolios diversificados, resilientes y sostenibles en el largo plazo, pero al mismo tiempo se encuentran con un mundo cada vez más complejo e interconectado. Por lo anterior, tienen como objetivo implementar estrategias de inversión que se adapten a diferentes escenarios, que sean flexibles y que se puedan personalizar. En este punto, se estarán preguntando ¿cómo se logra eso? Y aunque la respuesta puede parecer compleja, en realidad los números hablan por sí solos.


Si a un portafolio tradicional 60/40 se incorporan otras clases de activos como alternativos, se sorprenderán de ver cómo el riesgo disminuye, al mismo tiempo que aumenta la rentabilidad. ¿Por qué?

  • La inversión en activos alternativos ofrece retornos más altos frente a mercados públicos,

  • Han tenido mejores rendimientos en épocas de recesión (aprovechándose en parte de los menores precios de entrada),

  • ofrecen diversificación porque la correlación con mercados públicos no es perfecta,

  • al tener mayores retornos absolutos ofrecen mayores probabilidades de alcanzar los retornos objetivo de cada inversionista, lo que finalmente se traduce en un mejor perfil riesgo/retorno de los portafolios.

¡Eureka!, es precisamente lo que los inversionistas están buscando.


(Espera la segunda parte para seguir aprendiendo con Xcala).



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