El litio está en la pantalla del dispositivo en el que estás leyendo este blog y en la bicicleta que aprendiste a usar en la infancia.
Este metal blando se ha convertido en uno de los minerales más codiciados del planeta porque es ligero, resistente a la descarga y con gran capacidad energética para producir baterías.
Ok, ¿y esto cómo se relaciona con la economía?
Durante el año 2022 el precio del litio tuvo un fuerte aumento ya que se incrementó la demanda y disminuyó la oferta, llegando a un déficit de 76.000 toneladas. El panorama para el 2023 contempla que ese número siga disminuyendo entre 20.000 y 30.000 toneladas según cálculos de Rystad Energy.
¿Y quién lleva la ventaja en las reservas de litio, si es una materia prima escasa?
De acuerdo al Servicio Geológico de Estados Unidos, el primer lugar es para Bolivia con 24.6% de las reservas mundiales, luego Argentina con 22.6% y después Chile con 11.2%. Pero en cuanto a la producción actual, Australia y Chile son los principales productores de litio en el mundo.
Entendiendo el contexto y proyección de este material, es interesante pensar en lo que sucederá con el aumento en la producción de vehículos eléctricos en los próximos años (que funcionan en base a litio en lugar de combustibles, por supuesto).
Las leyes de la economía nos indican que gracias al aumento de la demanda (proyectada en más de tres millones de toneladas al 2035 por la Comisión Chilena del Cobre) el litio será el rey del baile.
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